Cuando entramos en las redes subterráneas de transporte público, activamos en nuesto cerebro la opción "automático". De forma intuitiva recorremos pasillos y escaleras en busca de nuestra ruta habitual. De repente, una multitud de bailarines comienza a realizar una multitudinaria coreografía ante tus ojos.
La ruptura de los hábitos de cada mañana tiene un gran impacto en nosotros. ¡Algo distinto por primera vez en tanto tiempo! Adiós a la monotonía que nos arrastra cada día al trabajo o el centro de estudios. Esa sensación es muy aprovechable para las campañas de publicidad. Aporta a las acciones un aire de dinamismo y frescura.
Estos bailes, realizados hatialmente en estaciones de transporte, están incluidos dentro del género publicitario flashmob (multitud instatánea). No se trata sólo de coreografías y estaciones, sino que permite realizar acciones muy llamativas en espacios públicos. Los clientes potenciales se encuentran con algo que no esperaban ver, por lo que la sorpresa y el recuerdo de la marca están asegurados. Además generan gran atención por parte del público y fomentan el recuerdo.
Grandes ciudades internacionales han sido escenario de algunos de los más famosos flash mob, recibiendo espacio informativo en telediarios y medios de todo el mundo. Su difusión en redes sociales también es enorme, llegando a más personas de las que podrían ver un anuncio televisivo y con un precio mucho menor. La difusión y repercusión recibida es muy alta, la inversión muy pequeña. ¿Por qué no probar en Madrid, Barcelona, Bilbao o Zaragoza?
Estos son algunos ejemplos de flashmob realizados por T-Mobile. Como podéis ver han repetido en muchas ocasiones y en distintos lugares, lo que prueba la rentabilidad de estas acciones. ¿A qué espera la competencia?
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